*De la crispación electoral a la paranoia paramilitar: ¿Una pesadilla que revive o una siniestra estrategia para las elecciones de 2018?
*Los temores tienen asidero en una serie de muertes violentas registradas en el país durante los últimos días y que apuntan, en la hipótesis planteada en las redes, al recrudecimiento de acciones paramilitares en contra de líderes sociales, mismos que vienen siendo identificados como activistas de izquierda por la propia Colombia Humana.
Por Guillermo León Pantoja
e la innegable crispación que rodeó al proceso electoral presidencial hemos pasado, sin mucho espacio para respirar y en virtud de una serie de trágicos ajusticiamientos que, muy lamentablemente, se vienen registrando en varios departamentos del país, a una especie de histeria digital, protagonizada por legiones de perfiles en todas las redes sociales. Los mismos pregonan el presunto inicio de un proceso de exterminio sistémico contra los líderes de Colombia Humana, la plataforma que sirvió de base al proyecto político presidencial del ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro Urrego.
Los temores tienen asidero en una serie de muertes violentas registradas en el país durante los últimos días y que apuntan, en la hipótesis planteada en las redes, al recrudecimiento de acciones paramilitares en contra de líderes sociales, mismos que vienen siendo identificados como activistas de izquierda por la propia Colombia Humana.
El gobierno nacional no ha sido lo suficientemente contundente como para dar una respuesta satisfactoria, capaz de producir cierto sosiego en la confundida opinión pública, de hecho aún no se ha establecido una posición concluyente por parte de las autoridades acerca de lo que está sucediendo.
De manera que no podríamos asegurar, por ejemplo, que estamos ante la promoción ensordecedora en las redes sociales de una campaña de descredito gubernamental, con miras a las elecciones del año próximo; o si por el contrario, pero también con miras a los comicios del 2018, efectivamente se está ejecutando una especie de purga selectiva con el objetivo de aterrorizar, a plomo limpio, a quienes disienten o discrepan del gobierno que apenas asumirá el 7 de agosto próximo, tratando de minimizar, de alguna manera, el poder electoral de los descontentos o indignados que formaron parte del denominado fenómeno Petro y que podría llevar al control de concejos, alcadías, gobernaciones y asambleas en los departamentos donde triunfó Colombia Humana.
Mientras tanto, los colombianos exigimos una respuesta sólida por parte del Estado, que pueda brindar una explicación al baño de sangre que está recibiendo el país.
¿Quién está interesado en que Colombia retorne a la guerra?
Me parece que algunos sectores están altamente interesados en reactivar el conflicto armado en Colombia y es preciso reconocer que ese deseo puede muy bien partir, tanto de la derecha más violenta y hostil como de la izquierda más recalcitrante y feroz, porque ambos actores viven de la guerra e incluso, hasta del narcotráfico.
Colombia gradualmente ha ido cambiando, mejorando; aunque lenta y pasmosamente, poco a poco se han dado las cosas. Sobrevivimos a una guerra de 60 años sin autoliquidarnos como nación, sin desintégranos, sin fragmentarnos en múltiples pedazos como el doloroso proceso que sufrió Yugoslavia y que terminó descuartizándola en los 6 países que actualmente el mundo reconoce. Quién sabe si los sectores a los que aludimos en el párrafo anterior, quieran hacerse de su propio país dentro del nuestro y estemos todos jugando a los pendejos y -sin querer queriendo- haciéndoles el juego.
¿Paramliatares se sienten apoyados?
Me sorprende leer cosas como “los paramilitares se están reagrupando porque están apoyados” e inmediatamente surge una pregunta: ¿Qué corriente política que acaba de obtener, con amplia ventaja, el consentimiento del país para gobernar, con mayoría parlamentaria incluida, estaría interesada en aniquilar físicamente a su oposición, cuando el número de los que votaron por la otra opción equivale casi a la otra mitad del país?
Es absurdo que un partido político con gran arraigo popular -los millones de votos que obtuvo Duque lo confirman-, tenga planes de tragarse vivo y a sangre y fuego a un proceso de concientización popular de enorme calado en el país -los millones de votos que obtuvo Petro, también lo confirman-.
Hay algo claro, se están produciendo muertes en el país en extrañas circunstancias y bajo dudosas motivaciones. Pero eso no significa que los millones de ciudadanos que se expresaron en las urnas a favor de la opción “uribista”, estén de acuerdo con un genocidio, al tiempo que las circunstancias, así como la geopolítica, ha cambiado drásticamente desde el abominable exterminio de la UP.
Hay que entenderlo, ya el mundo, la política y Colombia han cambiado. Basta de anacronismos y de empeñarnos en ver la vida en blanco y negro, de concebir a la política como un simple pulso entre derecha e izquierda, y de contemplar a Colombia como un pobre país condenado a vivir una pugna eterna entre ángeles y demonios, porque de estos últimos hay en todos los partidos, sean de izquierda o de derecha y sean del color que les venga en gana.