La amenaza de muerte contra este galeno resume el desconcierto de la Colombia que lucha por ser cada día mejor ante un hecho repudiable, que coloca sobre la mesa de análisis, una vez más y lamentablemente, ese aspecto del país que no termina de marcharse, el de la brutalidad, el de la barbarie asesina y mafiosa.
omo en los tiempos de Pablo Escobar u otros mafiosos, cuya conducta ha sido exaltada durante décadas por espectaculares producciones de televisión, al punto de elevarlas a verdaderos paradigmas o arquetipos de la “vida fácil”, regresaron las amenazas públicas sin pudor alguno y sin importar las consecuencias que ello traiga; esas intimidaciones no podían tener lugar en un espacio de tiempo más doloroso que este, en medio de una emergencia sanitaria y la víctima del ultimátum criminal que hoy nos deja a todos estupefactos no podía ser escogida con mayor injusticia, se trata de un médico y justo en medio de una pandemia.
José Julián Buelvas Diaz, es un médico internista intensivista que labora en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Materno Infantil Adela de Char de Soledad; como parte de una amenaza hacía su vida y al mejor estilo mafioso, recibió en la fecha dos sufragios o coronas fúnebres, uno en su lugar de trabajo y otro en su residencia, lo acusan, según él mismo relata, “de haber dejado morir a una señora en medio de la pandemia”.
El galeno grabó el video que acompaña esta nota como “un pedido de auxilio; por él, por sus compañeros y por todos los médicos del país”, que han visto su integridad física amenazada por tratar de cumplir con su labor e intentar salvar vidas en medio de esta inédita contingencia que agobia al país y al mundo entero. Pero la pandemia de la COVID-19, que ha cobrado las vidas de casi 400 mil personas en todo el planeta, en Colombia ha servido de pretexto para dejar salir los fantasmas de la intolerancia y la barbarie.
“Salimos todos los días a trabajar. No tenemos ni siquiera las condiciones, y a pesar de ello nos enfrentamos a esta pandemia, por Dios hasta cuándo”, dice entre sollozos este profesional de la salud cuya angustia personal resume el desconcierto de la Colombia que lucha cada día por ser un mejor país, ante un hecho repudiable, que coloca sobre la mesa de análisis, una vez más y lamentablemente, ese aspecto del país que no termina de marcharse, el de la brutalidad, el de la barbarie asesina y mafiosa, porque eso es lo que plantea este hecho inverosímil, la existencia aún en Colombia de sectores que creen en la impunidad y la criminalidad, más allá de un supuesto estado de derecho en el que tratamos de vivir o sobrevivir, el resto de los colombianos.
Como corolario el médico recibió, además, una nota exigiéndole que renunciara a la clínica, advirtiéndole además que cuenta con 24 horas para hacerlo. Gran cantidad de voces se han levantado a lo largo y ancho del país para condenar esta conducta y la Policía Nacional se encuentra investigando el hecho.