violencia contra la mujer

Que no me pase a mí (columna ‘El Escaparate’)

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“De lo único que estoy segura es que no deseo que me pase a mí; y si sucede, solo quiero me busquen hasta encontrarme y no piensen o digan: se fue con el marido”. No te pierdas la segunda entrega de ‘El Escaparate’, por nuestra columnista invitada Isabel Juliao Arnedo.

‘El Escaparate’. Por Isabel Juliao Arnedo*

Lo pienso, lo digo. ¡No soy escaparate de nadie!

Estaba cerca de mi lugar de trabajo. Solo debía cruzar la calle y doblar a la derecha.  Al pasar de un lado a otro, un taxi bajó la velocidad. El conductor comenzó a decir cosas. No debía prestar atención, solo caminar más rápido. Quizás las personas en el paradero ayudarían, o él se aburriría rápido y no escucharía más sus sucios “piropos”. Al percatarse de que no le “parabas bolas”, apagó el motor y se bajó. Sentía sus pisadas detrás de mí. De un momento a otro me agarró del brazo. Comencé a gritar.

Los hombres que estaban cerca se alertaron y, aunque el sujeto decía que el debía a llevarme a otro lugar con mi familia, ellos no le creyeron por mis súplicas. Los transeúntes, al entender que quería hacerme daño, comenzaron a golpearlo. Aunque no estuve de acuerdo con ello, no presione. Me desperté con el Cristo en la boca. Afortunadamente había sido un sueño. Pero no podrían decir lo mismo las mujeres que recientemente habían sufrido agresiones, violaciones y acoso.

El panorama es desalentador. Solo hasta el 21 de enero de 2021, según el observatorio de violencia de la Fundación Feminicidios Colombia, se registraron al menos 20 feminicidios, 3 tentativas de feminicidio y 15 casos están en verificación; 3 de estos fueron contra niñas y adolescentes.

Y si analizamos las cifras del año anterior, tampoco fueron buenas. De acuerdo con la misma entidad, en el país se presentaron 227 casos de feminicidios y 33 de ellos fueron contra de niñas y adolescentes.

Colombia es un país que, día a día, se vuelve más peligroso para nosotras las mujeres, en el que el abuso y el acoso no parecen terminar. Un territorio en el que somos familiares o cercanos de personas que han experimentado abuso y acoso.

Un lugar donde, a pesar de conocer de cerca este tipo de actos, nos burlamos cuando una chica desaparece, la culpamos de su propia muerte e incluso menospreciamos estas situaciones.

Un país donde, por miedo a las represalias o al qué dirán, son pocas las mujeres que denuncian este tipo de actos cuando ocurren dentro de su familia. Un territorio en el que los medios de comunicación, en vez de informar, generan desinformación con sus titulares machistas y amarillistas. Donde hasta para dar tu opinión pones en riesgo tu vida y la de los tuyos.

¿Hemos naturalizado situaciones que no debían serlo? ¿Estamos siendo indiferentes con los abusos, acosos y desapariciones? ¿Será que hemos perdido nuestra humanidad? De lo único que estoy segura es que no deseo que me pase a mí; y si sucede, solo quiero me busquen hasta encontrarme y no piensen o digan: “se fue con el marido”. Y cuando me encuentren no pregunten dónde fui hallada, sino que se regocijen por haber aparecido. Tampoco quiero que, si me violan o “piropean” en la calle, digan “ella se lo buscó porque traía esa ropa”, o traten de defender a quien es el culpable.

*Isabel Juliao Arnedo es comunicadora social con énfasis en Medios Digitales de la Universidad de la Costa; apasionada por los libros, el baile y las tradiciones. Síguela en Instagram: @isabeljuliaoa

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